Un hombre detrás de la lluvia

quinones

Aparentemente, el libro podría ser la biografía de alguien a quien se le encargó matar a un hombre y no lo hizo, así reza al menos la sinopsis, pero entre sus páginas nos encontramos algo más enmarañado de lo que podríamos esperar, una historia en apariencia sencilla que da vueltas sobre la vida y la muerte, el amor, las dudas, la lluvia… Luis Quiñones, el real o una especie de alter ego inventado, eso quizá no importa, comienza contándonos un poco sobre él mismo para aclararnos cómo contactó (ficticia o realmente) un tal Oswaldo Mitto con él para que escribiera sus memorias. Así, a lo largo de sus páginas se entremezcla pasado y presente, recuerdos de un viejo Oswaldo, pensamientos actuales y deducciones del autor, que alterna supuestas conversaciones con su interlocutor y pensamientos propios con el relato de lo que éste asegura que sucedió, como si transcribiera directamente unas grabaciones.

Luis Quiñones - Un hombre detrás de la lluvia

A Oswaldo Mitto Zuloaga el gobierno chileno le encargó matar a un tal Ricardo Reyes y no lo hizo. El porqué es uno de los grandes interrogantes que esconde esta novela, que nos ofrece pequeñas dosis de sinceridad con profundos silencios que nos mantienen en vilo. Quién es Ricardo Reyes y qué pinta una tal Juliette Binet en esta historia, por qué Oswaldo no aprieta el gatillo de su pistola, por qué se esconde bajo la lluvia y observa como si fuera invisible al hombre al que debería matar, y qué opina el autor, su biógrafo, el propio Luis Quiñones, sobre la historia de la que le hace partícipe un anciano al que no conocía de nada.

<<No creo que sea un loco. Pero siento que Oswaldo vive sumido en una obsesión, aprisionado por un pasado del que no ha podido salir aún>>.

Con un lenguaje muy rico en matices, ágil y descriptivo en su justa medida, el autor nos traslada al París de mediados de los años treinta, al poco de estallar la Guerra Civil Española y previo a la Segunda guerra Mundial; sus palabras transmiten cierta melancolía hacia esa ciudad que junto a las dudas y sentimientos que el viejo Oswaldo no sabe muy bien expresar, nos lleva directos a esas calles oscuras y mojadas, con el frío del final de la primavera. El escritor, biógrafo, nos habla en primera persona del presente porque transcribe lo que sus grabaciones han recogido, y aunque no suele llegarme mucho ese estilo narrativo en el que el narrador se dirige al lector directamente, a lo largo de la novela Luis Quiñones ha conseguido que me sentara a la mesa junto a él y Oswaldo Mitto para escuchar atentamente su conversación, como espectadora silenciosa y atenta, participando incluso en los planteamientos del escritor, como si los compartiéramos.

<<Soy incapaz de comprender ese estado de ánimo ambiguo que muestra, tal y como si aún estuviera escondido bajo la lluvia>>.

Debo reconocer que París no es una ciudad que en su día, cuando la visité, me enamorara, ni aun hoy es un destino al que pretenda volver, quizás por eso la novela no me ha llegado tanto como podría haberlo hecho de sentir esas calles como propias; sin embargo, he de reconocer que Quiñones consigue trasmitir al lector esa melancolía, ese ambiente bohemio, el olor de sus calles tras la lluvia, y sobre todo, la vorágine de pensamientos y de unos sentimientos que Oswaldo no es capaz de expresar pero que nosotros, los lectores, podemos perfectamente comprender e incluso sentir.

En definitiva, una novela de lectura ágil pero intensa, plagada de frases dignas de ser subrayadas, con pequeñas dosis de misterio y también sorpresas, y que deja un sabor agridulce en la boca tras acabarla.

Valoración:   valoracion-4

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